sábado , 21 diciembre 2024

De luto y oro

Difícil expresar el torrente de sentimientos vividos en Barcelona. Esa preciosa ciudad que sus palurdos gobernantes quieren empequeñecer escudándose en el maltrato animal y escondiendo su odio a España.

Cuadrilla del TrincherazoVoy a aparcar mi ira para centrarme en lo artístico y sobre todo en lo sentimental. Con lluvia nos recibió a “La cuadrilla del Trincherazo” ( a ver si los explicas bien en Bucarest Carlos) la mañana del sábado, eran lágrimas por el tauricidio que los politicuchos quieren cometer. Pero el día abrió y dio paso a una agradable tarde donde, al grito de “LIBERTAD”, los aficionados que llenábamos La Monumental hacíamos salir a saludar a los tres toreros alternantes.

Fallaron los cornúpetas en ambos festejos, la base de este espectáculo es el toro y sin toro no hay fiesta y salvo tres de ellos por su casta y alguno más por su trapío, el resto era para acabar con sus pobres madres.

Empezaré de menos a más, por lo tanto Morante de la Puebla se lleva el primer palo ya que dejó con las orejas puestas al bravo y encastado Cuvillo que abrió esta feria de La Mercé. Pasó de los detalles sin rematar al fallo a espadas, pero fue en el cuarto donde el público descargó su ira ya que no le quiso ni ver. División de opiniones, la mitad se cagaban en su padre y la otra mitad en su madre.  De negro y azabache se presagiaba otra debacle de Morante, pero los grandes artistas llevan el tarro de las esencias bajo su chaquetilla…

El Juli estuvo inteligente pero muy ventajista. No se cruzó con ninguno de sus oponentes. Se limitó a encandilar pasando a sus toros con poca emoción, aunque el quinto era un prenda, pero engañando al festivalero público. Mató de fea forma al primero y de estocada efectiva a su segundo, cortando tres excesivas orejas asegurando la puerta grande.

Manzanares toreó muy largo y acompasado a sus dos oponentes aunque la falta de emoción de su primer  toro dio un aire descafeinado a esa faena. Se empeñó tozudamente en matar recibiendo en la querencia del toro hasta que se atracó a la tercera. Al sexto lo reventó de la misma suerte, pero antes le toreó con cuajo y cadencia, largo como el solo y con momentos de emoción. Cuatro orejas al esportón para acompañar al de Velilla.

Y en eso que volvió el artista y reventó el tarro. En su turno de quites al sexto del festejo recetó el “quite del perdón” (para mi el quite de aquí estoy yo), aquel que inventó Pepe Luis Vázquez y que la mayoría de profesionales no sabe ni lo que es. Gran parte del público tampoco y se lo reprochó al de la Puebla. Solo con ese detalle regó de más arte el albero de la plaza que lo que anteriormente hicieron sus compañeros, pero Morante fue más allá, pidió el sobrero y allí se armó el belén…

Recibió  al Juanpedro con el capote prendido por las manos de Paula, Paco Camino y Curro Romero, toreando primorosamente a la verónica y meciendo  el capote para embarcar al toro hasta los medios. Se paró el tiempo. Los que le silbaban no daban crédito, a los que nos emociona se nos iluminó la cara y la piel se erizaba por momentos.

Tras el simulacro de varas y al compás de las palmas por bulerías, quitó a la verónica y de nuevo La Monumental se puso a revientacalderas. Ofreció los garapullos a sus compañeros de cartel y tras el Juli que dejó una y el falso violín de Manzanares, cuarteó al toro para ponerle un soberbio par de banderillas que hubiera firmado cualquiera de los Bienvenida. En el tercio de muleta el respetable se volvió loco y los que mentaban a toda su familia tornaron en morantistas de pro. Esta vez eran las manos de los Gallos (Joselito y Rafael) y del mismísimo Belmonte los que condujeron al torero a expresar toda la conjunción de toreros que lleva en su cabeza, en sus manos y en su corazón. Todavía sueño con ese pase de las flores con cambio de mano para pasarse al toro por dentro de su cuerpo, que momento. Morante es el toreo en estado puro.

Ordoñez empuñó la espada y la clavó en ese rincón que el solo sabe recetar. Dos orejas y a hombros hasta el hotel por la calle Marina. Inenarrable.

Con un sol radiante nos recibió este triste día donde me dicen (y no me lo creo) que va a ser la última corrida de la historia en Cataluña. El ambiente era de gala. Una veintena de antitaurinos ni nos molestaban ( me cuentan que al finalizar los Mosos les protegieron de una buena paliza, cahís…) y en los aledaños del  coso, sabor agridulce, LUTO Y ORO.

De nuevo gritos de LIBERTAD, que no dejaron de sonar hasta la saciedad (si alguno levantara la cabeza…) al iniciarse el paseíllo y el Dios del toreo de nuevo en una de sus plazas por excelencia, la que le vio volver y la que le volverá a ver, de eso estoy seguro, porque con esta afición catalana más los que les apoyamos desde la distancia no pueden quitarnos lo que más nos gusta.

Roto el paseíllo todas las cuadrillas a saludar, en eso que Juan Mora se pone a torear. Que clase la de este veterano torero, que inicio de faena al que abrió plaza, que torería. Lástima el fallo a espadas y la nula fuerza de su segundo oponente.

El torero de la tierra sorprendió con un lienzo de capote donde un toro destacaba en la bamba con la palabra LIBERTAD. Salir a torear después de Dios debe ser difícil, pero tras no decirnos nada en el tercero, al que cerró plaza y no quiero decir que para siempre, de nombre “Duda Alegre” (manda huevos) lo toreó bien, y no digo que mejor porque le faltó rematar los muletazos y embarcar al toro, pero la emoción nos pudo y tras irse detrás de la espada como un tiro, se le concedieron las últimas dos orejas de “su plaza”.

Como no acabar con él. D. José Tomás Román Martín, el Dios del toreo, el Mesías, el gurú, el torero más importante de nuestra época (eso lo dirán los libros de historia) eslabón en el hilo del toreo, el auténtico fenómeno de masas.

Desde que ha vuelto, ya lo aprecié en su reaparición en Valencia, le noto con ese aire de torero clásico, como adormecido, el mechón de pelo le da más solera e incluso más dramatismo. Recibió al mejor toro del festejo a la verónica y al compás de los olés se lo llevó al centro del anillo con una torería y una majeza que no se puede aguantar. Lances para que se duerman los sentidos, donde los relojes dicen basta, donde la sangre se torna horchata, José Tomás en estado puro.

Aunque la obra cumbre se esculpió al natural, el diestro no dudó en echarse la muleta al brazo que nace del corazón y torear como todos hemos soñado. Embarcada la embestida, naturales donde se contaban los segundos para rematar atrás y volver a ligar. Temple, mando, poder y decisión. Los obligados de pecho morían en ovación y éxtasis.

Que decir de esa tanda de trincherazos rematados con los molinetes abelmontados, arrebujado el torero y el público que no se podía quedar sentado. El estoconazo hizo honor a la gran faena que nos regaló el de Galapagar para acabar con el toro en escasos segundos. En cada plaza siempre tiene que haber un protagonista y un tonto, aquí se aunaban en la misma persona, el presidente del festejo que negó un rabo solicitado por el respetable. Un figura.

Casquería a parte, el MAESTRO dio una clamorosísima vuelta al ruedo donde vería que es difícil que nos quiten los toros en Cataluña. En el quinto, de escaso juego, nos regaló  un quite por gaoneras con las zapatillas atornilladas al albero que te dejan sin respiración para sacar a cuentagotas pases bien ejecutados faltos de emoción por obra y gracia del toro del Pilar.

Con la ovación mutua desde el centro del ruedo, la salida a hombros camino de sus hoteles de los tres matadores y los gritos rabiosos de LIBERTAD de los enfervorizados aficionados me quedo en la retina, con la seria duda de haber visto la última corrida en Barcelona y con el deseo que la razón venza a la incultura y al nacionalismo más paleto y detestable.  VISCA LA FIESTA NACIONAL.

Escrito por: Paco «Rajato»

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